lunes, 11 de diciembre de 2017

Para gente que dice lo que piensa y piensa lo que dice


Os presento Monólogo Rioja Crianza, un vino joven e informal con un carácter desenfadado que rompe con todos los cánones y elitismos establecidos hasta el momento en el mundo del vino, sin renunciar al sabor y la calidad de una la más que reconocida Denominación de Origen Española como es Rioja. Monólogo tiene como objetivo democratizar la cultura del vino y acercarla a cuanta más gente mejor de un modo nuevo, desprejuiciado y siempre sorprendente. Cuenta con 3 variedades: Tinto Crianza D.O. Rioja, rosado garnacha D.O. Navarra y un blanco verdejo D.O. Rueda, junto con una amplia gama de distintos estilos de vino; pero nosotros nos centraremos -por el momento- en el Tinto Crianza.

Monólogo Crianza (D.O. Rioja) está elaborado íntegramente con uvas de la variedad Tempranillo. Es un vino elaborado con uva despalillada (sin la raspa de los racimos), con una maceración pre-fermentativa de dos días y un total de 15 días en contacto con los hollejos (la piel de las uvas). Tras el proceso de prensado se lleva a cabo la fermentación a una temperatura controlada, para después dejarlo envejecer en barrica de roble francés y americano por un mínimo de 12 meses; de esta manera, durante el envejecimiento, el vino adquiere toques de madera además de gran complejidad en aroma y gusto. Finalmente, y después de su paso por barrica, se clarifica y se filtra para su posterior embotellado.

Es un vino que llama la atención, es difícil que pase desapercibido debido al packaging y envase de sus botellas cuyos mensajes extrovertidos, sus vívidos colores y la tipografía de su letra llaman la atención a simple vista, destacando rápidamente de entre las demás botellas en los estantes de cualquier supermercado. Es imposible coger una botella y no sonreír al leer una de sus famosas frases elocuentes. Por no hablar del marketing comercial que llevan a cabo, no solo en su página web, si no también en todas sus redes sociales oficiales; resulta innovador y toda una aventura seguirles para ver con qué eslogan saldrán la próxima vez o qué imagen colorida lanzan en su próximo anuncio visual. 
En cuanto a los sentidos... Un catador de vino diría de él que es de un color rojo granate brillante y de intensidad media; que desprende un agradable aroma a vainilla, torrefactos (sensación entre dulce y tostado del azúcar caramelizado), pimienta y canela con unas leves notas de fruta roja madura. Además, en boca, es amable, de gran intensidad y con una buena armonía entre alcohol, acidez y estructura, todo ello con una sensación tánica, madura y pulida.


Todo muy bonito, sí, pero ahora nos toca a nosotros poner en práctica la teoría. Para ello es preciso saber como se lleva a cabo una cata de vinos.


Una cata de vinos consta de 3 fases: Visual, olfativa y gustativa.
  • Visual: en esta primera fase se evalúa el color del vino, su efervescencia, la intensidad... Se comienza descorchando la botella y sirviendo un poco de vino para pasar a agarrar la copa por la base o tallo para que no se caliente el vino. Se inclina la copa sobre un fondo blanco (preferiblemente) e intentamos formar un ángulo de 45° para que podamos observar desde arriba a través del líquido. El lugar debe estar bien iluminado.
  • Olfativa: es la segunda fase donde, sin agitar la copa, se aproxima a la nariz para tratar de identificar lo que se conoce como aromas primarios, que son esos aromas que proceden de las uvas, de la naturaleza, frutales, del terreno, etc. Después de este primer acercamiento, se mueve un poco la copa para que el vino se ponga en contacto con el oxígeno y se puedan analizar los aromas secundarios, esos que se producen durante la fermentación de la uva o en los distintos procesos de vinificación. Por último, se vuelve a agitar la copa, esta vez con un poco más de energía dando paso a lo que serían los aromas terciarios también conocidos como ‘bouquet’ que quizás son los que entrañan mayor dificultad ya que se desarrollan durante y después de la crianza del vino y suelen ser aromas florales, frutales, de frutos secos, vegetales, roble, etc.
  • Gustativa: el vino por fin llega a la boca y para ello se debe sorber un poquito y, a continuación, intentar pasarlo de un lado a otro para lograr que llegue a todas las partes y percibir así todos los sabores a través de la lengua (dulce, ácido y amargo) ya que el salado en el caso del vino no existe. El vino que consiga un equilibrio perfecto entre esos sabores va a ser un vino redondo. Después se procede a analizar aspectos como la textura o la astringencia, en los que también intervendría el sentido del tacto. Una vez que se traga o escupe el vino, se expulsa el aire por la nariz. Ese conjunto de sensaciones que quedan en la boca, el tiempo que permanecen, serán diferentes en cada persona que realice la cata. Es lo que se conoce como fase retronasal. Por regla general, en un vino de una calidad básica, esos sabores agradables suelen desaparecer en unos segundos, por lo que diremos que su final es corto, mientras que por el contrario, en un vino de gran calidad, esos sabores pueden llegar a permanecer más de un minuto, estaríamos entonces ante un vino de final largo. Si durante la cata se detecta un sabor avinagrado es que el vino se ha visto corrompido y está en mal estado.

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